Llegar a la filosofía o la llegada de la filosofía y de los filósofos

Sobre una pregunta de Juan Pablo Iglesias formulada en diciembre de 2022

Pregunta: siendo parte de lo que se califica como middle age ¿Cómo llega uno a la filosofía?  Me explico: yo elegí Platón, pero no voy a encontrar todo en él, ¿Cómo encuentra uno lo que realmente puede hablarle, o quienes puedan hablarle? A veces pienso que por mi forma de ser Schopenhauer puede hablarme, y sin embargo hay un gran vacío de ignorancia. ¿Cómo aproximarse a más formas de pensar la realidad?, yo lo he intentado a través de Twitter seguir a quienes hablan de pensadores … pero solo se llega a ellos leyendo, ¿Cómo elegir esas lecturas? – bueno, como me dijo alguna vez un asesor de ventas de Apple en la 5 avenida cuando le pregunté si podía hacerle una pregunta: Ya lo ha hecho.

Esta pregunta son varias preguntas y no creo poder resolverlas satisfactoriamente, pero tal vez ya por eso, precisamente, se trata de preguntas filosóficas. 

Eso es lo primero, no hay un método para la filosofía en el sentido de un método externo a ella, general, que funcione para todo aprendizaje. Preguntar por la filosofía, por las formas de su experiencia, es decir, por las formas en que experimentamos la filosofía es un ejercicio filosófico, no se puede resolver sin filosofar.

Me llaman la atención muchas cosas en su formulación, no creo que haya en esa forma de decir las cosas nada casual o carente de motivos. Es interesante que mencione la edad en la que estamos, que hable de la elección de Platón, que mencione una posible afinidad con Schopenhauer y justamente por su carácter. Me parece importante la distinción entre “quién” y “qué” puede hablarle a uno. Eso último es sumamente importante porque veo que usted se interesa en la filosofía no por esa búsqueda de la cultura que a veces motiva a algunos que quieren «saber de filosofía» en lugar de filosofar y hacerse preguntas para pensar sobre asuntos que les importan. Me alegra que sea usted de los que se interesan en pensar lo que importa.

En efecto, como usted lo dice, hay diversas formas de pensar la realidad, la filosofía tiene sus disciplinas y estas sus métodos. Pero, además, las investigaciones filosóficas más interesantes son aquellas en las que una forma de comprender la realidad está en transformación, confrontando sus límites y concibiendo otras formas de ser en el pensamiento. Tal vez en esos casos singulares tiene sentido lo de seguir autores. También los seguimos porque desarrollamos una peculiar relación con sus caminos y sus procesos, a veces también los seguimos con verdadera pasión, casi erótica en unos casos, mística o religiosa en otros. Algunas de esas idolatrías pueden ser más generosas y creativas que otras, mi favorita es la pasión de Platón por Sócrates. Cuántas obras de sus contemporáneos, víctimas de la misma pasión, se han perdido y nunca podremos conocer. Hay algo en las pasiones que despierta Sócrates que tiene que ver con su pregunta: la pregunta por el encuentro, por los encuentros que transforman. Sócrates es de esos que sale al encuentro. Platón nos lo muestra en esa actitud en varias ocasiones. 

Recuerdo -si pudiera evitarlo lo evitaría, pero es más fuerte que yo y una parte de mis primeros años de formación filosófica- Recuerdo, un párrafo de Heidegger en un ensayo que se llama De camino al habla en el que decía el viejo horroroso que hay asuntos a cuyo pensar nos solamente hay que dedicarse o ponerse, como quien se pone a una tarea, como quien se pone manos a la obra en un trabajo. Hay asuntos del pensamiento que nos asaltan, nos tocan, se nos imponen. No obedecen a nuestra voluntad ni a un plan de estudios o a una investigación que hayamos proyectado. Esos objetos nos tocan si estamos en disposición de serlo, si nos hemos permitido ser o estar susceptibles a su asalto. Si nuestro espíritu está en cierta disposición, permeable. No se trata de estar atento, más bien al contrario, estar en disposición de que algo llame nuestra atención de tal modo que se haga inevitable, impostergable, para nosotros, pensarlo. Esos encuentros tienen la forma del problema y la pregunta, a veces importa quién nos ha puesto la pregunta delante, a veces no, a veces el problema es más urgente y atractivo que su emisario.

Los encuentros con autores tienen, para mi, analogía con formas concretas de relaciones humanas: ocurre con los autores como con los encuentros con los amigos, los amores, los enemigos, los maestros. Los hay únicos y significativos, épicos, cruciales e imperativos (a veces los autores pueden ser padres o madres y tender lazos y dominios, ser ocasión para formas edípicas de lectura y dependencia intelectual, a veces están tratando de echarnos y nosotros leemos todo como si tuviéramos la obligación de quedarnos y cumplir algún designio absurdo, esas relaciones hacen que uno trabaje mucho, pero no en lo propio, suelen ser tristes). En cambio, hay autores que están ahí esperando su turno y cuando por fin les llega nos parece absurdo que no los hayamos leído con atención antes. A mi me pasó con J. L. Austin, agradezco haberlo leído, mi pensamiento no sería lo mismo sin él. Algo similar me ocurrió con Epicuro y se convirtió en un romance tormentoso de un par de años, luego en una amistad imprescindible. Están ahí y no los hemos dejado tocarnos, hasta que un día lo permitimos y la vida cambia. 

Pero hay otros que llegan como si los mandara el destino. 

Con todo lo mítico que eso suene, así me llegaron Nietzsche, Heráclito, Gómez Dávila y Platón. Me llegaron a las manos y me enamoré instantáneamente. Luego fui tratando de entender qué pasó en cada caso pero toda explicación retrospectiva es literaria, crea una ficción verosímil de lo que uno pudo haber sentido y pensado entonces, siempre desde lo que sabe o cree saber ahora. Me gusta recordar que mi cabeza siempre me dijo en el primer encuentro «no entiendo nada» y algo me hizo perseverar. No hay regalos gratuitos ni fáciles en la filosofía, parece.

Recuerdo que a Gómez Dávila lo recibí de manos de alguien que pensó que yo debía leerlo, con el tiempo me di cuenta de que podía compartir esa lectura con amigos y amigas que atravesaban el mismo trance.

Nietzsche llegó en el mercado, con los víveres de la semana en una edición económica. Zarathustraregalado por mi madre, sonaba muy bien, muchos años después me parece increíble haber pensado que podía medírmele a un libro así, aunque no haya entendido nada, había algo que me hizo mantenerlo cerca, hasta que años después y de la mano de otro amigo llegó La Gaya Scienza. Muchas cosas se aclararon, porque las preguntas que creó en mi ese libro maravilloso me hicieron leer otras cosas y buscar mis armas, los elementos para comprender. Esa es otra forma, menos espectacular pero igualmente importante, de llegar a la filosofía: la necesidad. La amistad y la necesidad mezcladas trajeron a Rancière, Nancy, Didi-Huberman. 

Los griegos llegaron también con las lecciones sobre la erudición, las ediciones, los aparatos críticos, las discusiones y toda una mecánica de trabajo y de consulta, la importancia de las fuentes y no solamente de las traducciones sino de toda la historia de la información, de los libros y los formatos. Con el tiempo esa situación habría de señalarme una de las preguntas más importantes para mi: la relación entre la técnica y el pensamiento, en su versión más concreta: la relación entre las tecnologías de la información y la comunicación y las formas de pensamiento. Esta pregunta apareció sin embargo, buena suerte la mía, gracias a las lecciones del profesor visitante Ferrán Lobo, que venía de Barcelona a hablar de estética en la facultad de arquitectura de Los Andes. Gracias a él aparecieron Eric Havelock y Carlo Sini. 

Para ser capaz de ahondar en el misterio de un fragmento de Heráclito hay que saber manejar una biblioteca, pero eso precisamente vale la pena porque esa voz con la que Heráclito nos habla nos abre los ojos ante el cosmos de forma tal que nada puede cerrarlos. Algo similar pasa con Platón, pero él tiene, como usted ya sabe, sus propios secretos y dificultades. Ante ellos, en lugar de huir, uno se empecina más en la búsqueda. Platón ha llegado muchas veces a mi vida y a mis estudios, de maneras distintas, brilla de mil maneras y nunca deja de sorprende, de seducir ni de dejarme asombrado. Todo autor es un misterio pero Platón lleva la vivencia del misterio a situaciones que otros no sueñan siquiera.

Uno de los filósofos más importantes para mi llegó por una clase, eso también puede ocurrir. Jaime Rubio nos dió quince días para leer la introducción de De la gramatología de Derrida. No entendí nada y seguí sin entender varios meses hasta que apareció Firma, acontecimiento y contexto, un artículo en el que Derrida «performaba» sus operaciones filosóficas, ponía en funcionamiento la deconstrucción de talforma que se hicieron visibles para mi. Más que la forma y el fondo, lo que me mostraba este texto era la manera de hacer y lo hecho. Se volvió a abrir el mundo ese día. Recuerdo haber escrito mucho para poder exponer el texto y recuerdo la mirada escéptica del Profesor Rubio, lo que venía era una montaña de dificultades pero resultaron gratas, por Derrida llegaron varios autorxs y problemas que se hicieron vitales, como J. Butler.

Creo que no he respondido, lo dije desde el principio, sin embargo creo que lo básico es estar dispuesto a ser tocado por lo que uno no ha previsto y se le ofrece, ser capaz de distinguir que es a uno al que le hablan y hacer el esfuerzo, perseverar ante la dificultad. 

Gracias por la pregunta y por leer la respuesta.

Sueño con escribir, segunda parte

I. 

La semana pasada esbocé un proyecto en el que trataré de encontrar la mutua afección de las ideas en las vidas y las vidas en las ideas. Pronto comenzaré a enfrentarme a los problemas propios de construir esa secuencia, tal vez encuentre problemas recurrentes, coincidencias, patrones. Seguramente me estrellaré con las concepciones tradicionales de la relación vida-obra que es un problema tan interesante como ineludible. Iré registrando aquí los progresos y los bloqueos en este camino que no tengo tan claro todavía.  

No importa cuantos malabares haga ni cómo trate uno de deconstruir el asunto, tendemos a suponer que para un profesor de historia de la filosofía resultan familiares los temas habituales para los lectores de biografías. Los dos géneros resultan atractivos a escritores y lectores pero hay que tener cuidado. A veces parece que hay un riesgo en la historia de la filosofía, olvidar la realidad por estar pensando en la filosofía. Uno aspira a poder pensar filosóficamente la realidad es decir: pensándola mientras se cuestiona la manera en que la está pensando. Para eso nos aconsejan que en lugar de plantear preguntas con un modelo concepto-obra-autor (ej: la reminiscencia en el Menón de Platón) vayamos al problema mismo y pongamos en función del problema los conceptos, las obras y los autores como recursos o herramientas para pensarlos. 

Hoy quiero hablar un poco de mi experimento con el planteamiento problemático (por oposición al histórico) y de cómo ha evolucionado mi segundo sueño de escritura. 

II.

Los últimos años han sido muy duros para los colombianos. Después de la firma del Acuerdo de Paz, el triunfo del no en el Plebiscito, la mezcla de negligencia, mala fe y corrupción con que se han asumido los compromisos del estado con el Acuerdo durante este gobierno, los asesinatos de líderes sociales, de defensores del medio ambiente, de periodistas y de civiles, diversos sectores de la sociedad a buscar todo tipo de expresiones de inconformidad que confluyeron con el Paro Nacional para configurar lo que se llamó el Estallido Social

No puedo aún hablar de esta situación en pasado. Un presente continuo se despliega como pregunta delante de mi consciencia y no logro encontrar sus límites y los conceptos que lo hagan inteligible. Además, estos últimos años tan difíciles de vivir para nosotros, coinciden con un conjunto de fenómenos y choques de fuerzas en muchas partes del mundo, han sido años difíciles para todos

El presente le parece la época más difícil a cada generación pero desde que convivimos con la posibilidad de darnos muerte a nosotros mismos como especie y dañar el planeta de forma irreparable este presente, el nuestro, parece no sólo difícil sino imposible. Esa imposibilidad, esa insuperable dificultad de nuestro tiempo, aparece con el signo de la economía y de la ecología, para muchos se muestra como una crisis espiritual, yo creo que se trata de un problema político. 

Así, mi problema es un problema político y la coincidencia del proceso colombiano de los últimos años con las tendencias globales lo hizo más urgente y profundo. 

III.

Durante esos años que llamo últimos, he estado escribiendo sobre Nicolás Gómez Dávila, ocupándome de su obra, de la recepción de la misma, de sus posibilidades de interpretación. Trabajo académico formal muy tradicional, si no fuera porque en Colombia no somos muy dados a ocuparnos de lo que escriben los colombianos, ahora somos pocos pero lo hacemos. De esto hay que hablar largo pero será otro día. 

Gómez Dávila (1913-1994), gran escritor, erudito, admirable autodidacta, lector incansable, bibliófilo, se considera a sí mismo un pensador reaccionario y puso su obra en la palestra entre 1954 y 1992. En un ambiente de crisis mundial en el que la cultura y las letras estaban más dispuestas a asimilar a los revolucionarios que a sus antagonistas. No había lugar para escritores reaccionarios en la segunda parte del siglo XX. Gómez Dávila expuso su pensamiento reaccionario en una obra extraña que caracterizaba con toda propiedad nuestro presente. Para mi, Gómez Dávila es un reaccionario lúcido y no tenerlo en cuenta como referente para pensar los problemas políticos del presente es un error y una pérdida. 

Habitualmente, el reaccionario no es considerado interlocutor válido en la discusión política, más que disenso o contradicción sus palabras inspiran rechazo. Un rechazo que incluye los discursos, las obras y la persona. El discurso reaccionario parece condenado a una suerte de ostracismo, especialmente en ambientes culturales que se definen como progresistas, revolucionarios o liberales

Tan triste como el rechazo en estos ambientes es el deseo de apropiarse del discurso del pensador reaccionario que tienen quienes defienden discursos radicales de ultraderecha, he encontrado citas de Gómez Dávila en textos de las sectas más exóticas del espectro político. Estos rechazos y asimilaciones son lo que caracterizan lo que todavía se llama debate político contemporáneo. Rechazo, cancelación y muchas otras formas de invalidar el discurso del interlocutor recurren a la táctica de sacarlo del diálogo por principio, negándole de plano la posibilidad de ser escuchado. Hemos usado el término polarización para describir la dificultad: en la presente situación el debate político tiende a ponerse en términos de extremos irreconciliables en los que el contenido de toda conversación posible será puesto en duda sistemáticamente si la fuente que lo origina es un otro.

IV.

Esta situación me llevó a soñar con un libro (un proyecto unitario) en el que podría abordar las cuestiones de la polarización en política, las dificultades de poner en marcha una conversación política en nuestro peculiar contexto tecnológico, desde el punto de vista del ejercicio de la ciudadanía

Ante esta claridad me asusté y rápidamente comencé a pensar en otro libro con una pretensión más modesta sobre el pensamiento reaccionario de Gómez Dávila y su aporte a la situación presente. Al pensar así estaba volviendo a la madriguera segura del concepto-obra-autor. Buscar lo que él podría aportar le daría consistencia al trabajo, lo remitiría de nuevo al texto, lo pondría dentro de unos límites claros. Esta parecía la opción prudente si lo comparo con la pregunta por las condiciones de posibilidad de la discusión política contemporánea

V.

Ahora que hablo del miedo a mi segundo sueño de escritura y de la escapatoria que se me presentó veo que debo insistir. Debo convivir con el miedo y perseverar en construir la pregunta misma, parte por parte. Cuando lo que quieres es pensar una pregunta y no sirve otra cosa que su esclarecimiento ¿para qué hacer otra cosa? Hay un riesgo en chocar de frente con un problema y ser derrotado, claro. Pero también hay un riesgo igual de grande en preguntarle al que ha sido tu maestro hasta el límite, pedirle cuentas, reclamarle ayuda, exigirle luces para asuntos que no tuvo por qué haber pensado. El riesgo de no poder idealizar más al amado y admirado autor en el que has invertido tanto tiempo. Aquí hay un amasijo de perversiones que toca indagar, pero no hoy. El demonio en la esquina del cuarto se emociona.

El problema se ha ido mostrando, o tal vez sin darme cuenta he ido acumulando las dificultades, acopiando opiniones y términos, preguntándome por lo que significan. El siguiente párrafo no tiene una redacción satisfactoria, funciona como una lista de mercado, pero es mejor que nada:

No es fácil ubicarse en la política del presente, las líneas que la conectan con sus antepasados no son claras porque muchas veces los nexos que proclama con ellos son pura impostura, así que el origen de las doctrinas no es claro pero hay que establecerlo. El problema de la política y la mentira es tan antiguo como ambas, casi tanto como el problema de la opinión. La cuestión del espectro político, esa extraña imagen de un continuo entre extremos, ese plano cartesiano donde cada discurso tiene su lugar. Sospechar de ese sistema implica definir al revolucionario, al reaccionario, al liberal, al conservador, a las izquierdas y las derechas, hablar del centro. Además hay que tocar el tema de la relación entre religión y política. Las formas de exclusión por raza y género. El totalitarismo y la autocracia. Esta enumeración podría articularse por su referencia a la pregunta “¿Es posible pensar las condiciones de posibilidad de la discusión política contemporánea?” Al enunciarlo así aparece de inmediato la cuestión del lenguaje racional y las emociones. Es decir, todo esta asunto puede no ser una cuestión de discusiones sino de un gran número de prácticas y estrategias. Y justo cuando me dispongo a enunciar este corolario “¿es posible encontrar en esa discusión un lugar para el reaccionario?” Aparece el problema del populismo, que siempre me ha superado. Finalmente ¿Cómo es posible una conversación política dadas las condiciones tecnológicas que nos determinan?

***

Hacer este ejercicio pudo haberme conducido a abandonar el problema/la pregunta (el proyecto habría dicho en una vida pasada) pero dado que he renovado el pacto con el demonio en la esquina del cuarto, este ha sido mi conjuro, creo que puedo seguir intentándolo. Debo decir que quiero escribir para entender y tal vez para ayudar a otros a entender conmigo estos problemas así que también debo estar pendiente de ponerme filosófico sin ponerme filósofo en el sentido profesional del término. Quiero escribir un ensayo (o varios) legible(s) en los términos más amplios de los que sea capaz. Aquí aparecerán en entregas futuras, los pasos en esa dirección. 

Sobre la virtud, la sensualidad y el ser católico en Gómez Dávila. Respuesta a un lector.

Estimado Alebayer:

Creo que tiene usted buenas razones para formular la pregunta que hace y muy buenas para recelar de la implicación entre sensualismo y cuestionamiento de la virtud que puede seguirse de mi intervención en el evento de Madrid. Los énfasis y los supuestos de una exposición oral son pruebas muy difíciles de superar, de allí mi gratitud por su pregunta pues me ofrece la oportunidad de poner mi punto uno poco más claro.

El asunto de la sensualidad me ocupó durante un largo período en el que estuve dedicado a examinar Notas, texto lleno de interés y de dificultades de interpretación dada la multiplicidad de asuntos tratados y las voces con las que Don Nicolás se da la oportunidad de experimentar. Muchos pasajes de Notas tocan el tema del erotismo y la sensualidad y Don Nicolás da sus primeras pinceladas a la noción de sensualismo que aparece límpida en los Escolios. En ese ámbito de experimentación filosófica y literaria, el lector que no asuma la lectura de la totalidad del texto puede pescar frases desconcertantes o atribuir contenidos a Don Nicolás que él mismo solamente suscribiría muy bien matizados por otras afirmaciones que también se encuentran en la obra. Mi intención siempre fue la de comentar la obra como lector y, haciéndolo, me encontré con varias defensas del derecho a la contradicción que conducen a una crítica del pensamiento dialéctico.

Ahora bien, hay muchos elementos autobiográficos en Notas y Don Nicolás habla en primera persona con gran desenvoltura. Sus afirmaciones autobiográficas están cargadas de un humor que, ya ud sabrá, puede ser bastante ácido y fuerte. La ironía sobre sí mismo no se hace esperar. Así, en las referencias a su vida y en los usos de la primera persona referidos al erotismo, la sensualidad, el amor etc. se dan, de nuevo, esos problemas de lectura de los que le hablo y, entonces, cabe la posibilidad de malos entendidos.

Para mi, como Ud. ha comprendido bien, se trata de observar el modo en que el sensualismo es una manera de tener una experiencia intensa de la realidad y de observar el modo en que en medio de dicha experiencia el individuo (Don Nicolás mismo o la conciencia humana que él trata de comprender) se encuentra con el resplandor singular del valor. En esa experiencia, la guía más clara la ofrece la experiencia profunda de Dios y los datos que nos guían son de carácter moral. Ahora bien, en medio de esa experiencia nos confrontamos con nuestro carácter de creaturas y la condición de pecadores, en esa condición resplandece también la gracia y la acción redentora. Creo que así la acción de Dios en la vida del individuo, ciertamente, le santifica.

Esto con respecto al texto de Notas como texto y a su lectura intricada.

Con respecto al catolicismo de Don Nicolás los lectores deben lidiar también con una variedad de opiniones, por poner un ejemplo, su referencias al clero progresista y el Concilio Vaticano II, muestran que como pensador hay muchas decisiones y opiniones al interior de la Iglesia que le parecen dignas de rebeldía o de burla. Un lector que conoce el conjunto de la obra no diría que es menos católico por rebelarse discursivamente aunque no comparta muchísimas posiciones doctrinales de la iglesia contemporánea. Sin embargo sus disensos incluyen muchos eventos en la historia de la iglesia ¿Implica esto que en algún momento se haya planteado abandonarla o dañarla en manera alguna? En absoluto.

El lector se enfrenta, sin embargo a dificultades de lectura cuando en Textos I (115-135), por ejemplo, define la Iglesia Católica como una estructura colectiva e histórica de comprensión. Las afirmaciones en esos textos demandan mucha atención y requieren paciencia pues su léxico toca los bordes de la herejía, eso no lo hace ni de lejos un mal católico, lo hace un autor digno de estudio en quien, uno puede encontrar una de las formas más lúcidas posibles de vivir la Fe y la experiencia Religiosa.

Este contexto me permite intentar responder su pregunta: Yo creo que comprender a Don Nicolás no es fácil para ningún lector contemporáneo, las dificultades comienzan en el dominio de las lenguas clásicas y, por ende, de los textos griegos y latinos que son su alimento y su alegría como Platón, Tucídides, Aulo Gelio etc. Don Nicolás conoce, además, las tradiciones literarias de todas las lenguas europeas, la poesía moderna y la crítica literaria, a todos estos temas se refiere por medio de alusiones.

Junto a la doctrina y la teología, Don Nicolás conoce como pocos los textos de los Padres de la Iglesia, la Historia de la Iglesia, puede explicar (especialmente en los Nuevos Escolios a un Textos Implícito) las variedades de la herejías medievales, la evolución del gnosticismo y el modo en que estas doctrinas permearon el cristianismo. Dada esta lista de dificultades mi opinión es más bien la siguiente: hoy día un lector de Don Nicolás Gómez Dávila debe convertirse, ante todo, en su alumno: debe aprovechar cada Escolio y cada Nota, cada alusión histórica, literaria o filosófica para suplir en sí mismo las carencias que presenta su educación.

La erudición y la poderosa inteligencia de Don Nicolás son un reto para todos sus lectores, lo digo por haber sido llevado en cada página de su obra a investigar asuntos que no me había planteado y a tratar de aprender no sólo de qué estaba hablando Don Nicolás, sino también por qué lo hacía con el énfasis que lo hacía. Leerlo me ha hecho tratar de ser menos bruto cada vez, parafraseando un escolio.

Existen, sin embargo, múltiples pasajes de la obra, y muy claramente en Textos I, en que Don Nicolás muestra que el talante reaccionario no se manifiesta en él con una intención pedagógica, siempre se trata de una conversación, entre mentes (inteligencias), entre libertades. Don Nicolás no busca convencernos de nada sino llamarnos la atención sobre ciertas creencias básicas, ellas generan la posibilidad de un encuentro, de una complicidad. Esa conversación, nos lo indica en algunos Escolios, puede incluir tanto a los que comparten nuestras opiniones como a los que no. Don Nicolás tiene en gran estima a los adversarios inteligentes.

Dentro de todos los adversarios que pueden chocar con un reaccionario habrá una variedad de católicos, de creyentes o de ateos de todas las cataduras, me parece que aquellos que se niegan a examinar lo que dice el creyente en sus palabras y en sus gestos pierden la posibilidad de comprender mucho de lo que Don Nicolás escribió. Sin embargo, creo que los autores que escriben declarando la fe y la vida en relación con Dios siempre corren ese riesgo. En especial los reaccionarios quienes, además del malentendido corren a sabiendas el riesgo de ser agredidos por lectores o escuchas. Don Nicolás ejerció con gracia y elegancia la escritura desde esa perspectiva en épocas aún más hostiles que la nuestra para quienes se declaran pensadores religiosos.

Creo que Don Nicolás es una lectura valiosa para todos los que se puedan dar la oportunidad de acercarse a su obra, seguramente, la manera en que lo comprendan será tan honda como la lectura que cada uno. Sin embargo no creo que ser católico me garantice que lo entiendo, ni que los lectores ateos estén condenados a no entenderlo.

Finalmente, en lo personal, jamás he dudado de que Don Nicolás encarnó todas las virtudes de las que un ser humano es capaz, en mi no inspira otra cosa que admiración y cariño.

Referencia para corregir la cita (sin nombre) de Homero via Plutarco que hace NGD en Notas p. 149

Se trata, nuevamente de un error tipográfico que impide llegar facilmente a este párrfo

κάτθανε καὶ Πάτροκλος, ὅπερ σέο πολλὸν ἀμείνων. οὐ φαύλως οὖν εἰπεῖν ἔοικεν ὁ Ἀριστοτέλης, ὅτι Καλλι- σθένης λόγῳ μὲν ἦν δυνατὸς καὶ μέγας, νοῦν δ’ οὐκ εἶχεν.

Plutarchus Biogr., Phil., Alexander (0007: 047) “Plutarchi vitae parallelae, vol. 2.2, 2nd edn.”, Ed. Ziegler, K. Leipzig: Teubner, 1968. Chapter 54, section 1, line 6 (Il. 21, 107)· (resalto la cita de NGD)

El verso de la Iliada, canto XXI v. 107 dice:
También Patróclo ha muerto, y eso que era mucho mejor que tú. 
Traducción Emilio Crespo Güemes, Gredos, Madrid, 1991
La traducción que nos ofrece Perseus project  que remite, además al pasaje de la Iliada que está citando NGD, es la siguiente:

This, then, according to Hermippus, is the story which Stroebus, the slave who read aloud for Callisthenes, told to Aristotle, and he says that when Callisthenes was aware of the alienation of the king, twice or thrice, as he was going away from him, he recited the verse:

Dead is also Patroclus, a man far braver than thou  art.

1What Aristotle said, then, would seem to have been no idle verdict, namely, that Callisthenes showed great ability as a speaker, but lacked common sense.

1 Achilles to Hector, Iliad, xxi. 107.

Creo que se trata de una cita de Plutarco con la referencia a Homero por la meditación que sigue en el párrafo que incorpora la cita.

Seminario Nicolás Gómez Dávila 01-2015

El estudio de la obra de Nicolás Gómez Dávila en el ámbito académico colombiano es, hoy por hoy, una realidad. Las diferentes perspectivas en que su obra puede ser analizada han comenzado a perfilarse como campos de investigación activa y productiva. Este seminario es a la vez una introducción y un avance en las direcciones que el debate plantea hoy y búsqueda de nuevas discusiones posibles. Nicolás Gómez Dávila nos ofrece en su obra un conjunto tentador de desafíos intelectuales. Lector incansable y dueño de una erudición asombrosa, el bogotano construye una obra plagada de referencias tanto a los grandes temas de la tradición occidental como los pliegues menos conocidos de su historia. La variedad de sus temas de interés conduce a sus lectores desde meditaciones sobre la religión y la historia a la exposición de una posición reaccionaria ante la vida y la política, desde la delicada observación de la poesía a la crítica radical del progreso y la modernidad. Pensador que requiere de la escritura para realizar su meditación y sostener una forma de vida signada por la lucidez, Gómez Dávila cultiva una de los géneros más difíciles de comprender en filosofía: el fragmento, recorreremos su obra siguiendo la formación de su peculiar escritura, observando los ensayos breves, las notas y los escolios con la esperanza de percibir sus peculiaridades y la relevancia que tienen para su pensamiento las cuestiones formales y de estilo. Trataremos de establecer algunos hilos conductores de su pensamiento, cuestiones recurrentes, asuntos que lo obsesionan, autores que ejercen influencia sobre su pensamiento, los rasgos peculiares de la tradición reaccionaria en la que se ubica, los blancos de sus críticas más reiteradas. Así mismo tomaremos nota de sus puntos ciegos, de sus enigmas y de las referencias que merecen ampliación, trazando los rumbos de posibles indagaciones futuras. Programa Seminario NGD 01 2015

Salón: 095-615. Miércoles 10:00 am – 1:00 pm

«Diálogo entre un demócrata y un reaccionario: Guillermo Hoyos Vásquez y su lectura fenomenológica de Nicolás Gómez Dávila»

RESUMEN

Este artículo analiza la lectura fenomenológica que Guillermo Hoyos Vásquez propuso sobre la obra de Nicolás Gómez Dávila, resalta la peculiaridad de su diálogo y muestra las fuentes de la misma. Concentrándose principalmente en la cuestión del pensamiento reaccionario y en la crítica a la democracia que realiza Gómez Dávila, presenta los motivos de cercanía y de distanciamiento entre los dos autores y propone algunos matices a las ideas de ambos pensadores.

Palabras clave: Guillermo Hoyos Vásquez, Nicolás Gómez Dávila, reaccionario, crítica a la democracia, pensamiento Colombiano.

Mejía, J.F. (2013). «Diálogo entre un demócrata y un reaccionario: Guillermo Hoyos Vásquez y su lectura fenomenológica de Nicolás Gómez Dávila». Universitas Philosophica. Año. 30, No. 61, julio-diciembre. (pp. 97-115). ISSN: 0120-5323 ISSN en línea: 2346-2426

Heracleón

Hercleón

En la foto La entrada sobre Heracleón en la Patrología de Quasten
Johannes Quasten, Patrología. vol I: Hasta el concilio de Nicea, BAC, Madrid 1991
Click en la foto para el link a The Fragments of Heracleon, ed. A.E. Brooke, edición más reciente de los Fragmentos de Heracleón.

Para ayuda en la lectura del epígrafe de Gómez Dávila propongo considerar:

Origenes, Commentary on the Gospel According to John, Books 13-32 Traducción inglesa de Ronald E. Heine, CUA Press, 1993

But let us consider if it is not exceedingly impious to say that those who worship God in spirit are of the same substance with his unbegotten and  all-blessed nature. Heracleon himself said previously that those natures had fallen away when he said that the Samaritan woman, who is of spiritual nature, had committed fornication.

del texto citado por Nicolás Gómez Dávila como epígrafe al sexto ensayo de Textos I,  (ED. Villegas, 2002, p. 55)

que corregido y con contexto debe leerse en griego:

Ἐπιστήσωμεν δὲ εἰ μὴ σφόδρα ἐστὶν ἀσεβὲς ὁμοουσίους τῇ ἀγεννήτῳ φύσει καὶ παμμακαρίᾳ λέγειν εἶναι τοὺς προσκυνοῦντας ἐν πνεύματι τῷ θεῷ, οὓς πρὸ βραχέος εἶπεν αὐτὸς ὁ Ἡρακλέων ἐκπε πτωκότας, τὴν Σαμαρεῖτιν λέγων πνευματικῆς φύσεως οὖσαν ἐκπεπορνευκέναι.

13.25.149

Commentarii in evangelium Joannis
ΩΡΙΓΕΝΟΥΣ ΤΩΝ ΕΙΣ ΤΟ ΚΑΤΑ ΙΩΑΝΝΗΝ ΕΥΑΓΓΕΛΙΟΝ ΕΞΗΓΗΤΙΚΩΝ

Que en castellano diría

Pero consideremos ahora si no es extremadamente impío decir que aquellos que alaban a Dios en espíritu son de la misma substancia que su plenamente bendita e ingénita naturaleza. Heracleón mismo lo dijo previamente de aquellas naturalezas que han caído cuando dijo que la Samaritana, quien es de naturaleza espiritual, había cometido fornicación.

La cursiva marca el fragmento usado por NGD como epígrafe.