La palabra nosotros como problema (metafísico)

Para Juan Camilo Betancur

I.

Hace pocos días, en una reunión por Teams, mi amigo Juan Camilo Betancur recordó que en una clase de Metafísica, hace 18 años nada más, dije una frase enigmática que ha permanecido con él desde entonces: La palabra “nosotros” es una tarea metafísica o, tal vez La palabra “nosotros” es un problema metafísico. JCB dijo que aquel día no había entendido lo que quise decir y que, de cuando en cuando, la duda vuelve, así que aprovechó para devolverme aquel oráculo la palabra «nosotros es una tarea o problema metafísico«.
Ambos sabemos que ha pasado mucho tiempo y que saber lo que quise decir entonces, dado que no escribí las clases (he revisado y tengo notas y el programa del curso). Siempre me fue difícil escribir las clases y estoy convencido de que tiene que ver con el manejo de las emociones. Con la carga académica de un profesor en aquellos días no era fácil hacerlo a menos que fuera un mismo curso que uno fuera completando en cada nueva versión. Antes de la clase para mi hay lectura, notas, transcripciones y dibujos, muchos esquemas. Pero no soy capaz de prosa en sentido estricto. Es muy distinto preparar una ponencia o una conferencia o una exposición. Dar una clase fue para mi un ejercicio de oratoria y de comunicación directa con mi auditorio, un performance, un acontecimiento único. Lo he comprobado en una situación muy especial: dando dos versiones del mismo curso en distintos horarios he dado dos versiones distintas del mismo curso, con dos hilos distintos, tal vez porque una clase también es una reacción a las miradas presentes, a los gestos recibidos.


Por eso fue tan difícil la virtualidad y por eso exigió para mi otras formas de ofrecer mi pensamiento y mi discurso. En el ejercicio de clase virtual me permití reaccionar a las voces y a otros tipos de interacciones que las herramientas virtuales permiten. Aunque no hay nada como la clase presencial, siempre estaré agradecido por haber podido trabajar desde casa y contar con otras condiciones de comunicación con grupos de estudiantes que estaban tan perplejos como nosotros los profesores. Estoy agradecido por el curso abierto sobre Platón también. Ante la alegría del salón y del encuentro, la mediación tecnológica ofreció alternativas, otros encuentros y otras formas de expresión. Diré una cosa buena: tuve estudiantes que no solían hablar en la presencia y lo hicieron con las herramientas electrónicas. El cambio de interfaz modificó la interacción y, seguramente, modificó nuestro pensamiento y nuestra pedagogía, pero también permitió el cuidado y abrió otras formas de trabajo. Sobre todo nos señaló de forma evidente que siempre ya (always already), estamos en una condición técnica, en cierta artefactualidad (1) .


La otra cosa que se hizo evidente en la condición en la que dimos clase y trabajamos durante las jornadas aislamiento de 2020 y 2021 fue que nuestro pensamiento y nuestras prácticas privilegian la presencia pero que esta no es esencial, ciertamente no es decisiva y no es por sí misma causa de una experiencia valiosa. Habitamos gracias a y nos desenvolvemos según las interfaces, en el trabajo, el estudio y la enseñanza. Seguramente en el entretenimiento y en el cortejo, para nombrar sólo algunas dimensiones, nuestras interfaces tecnológicas condicionan nuestras relaciones. Pero juzgamos nuestra experiencia desde la lógica plenamente naturalizada de la metafísica de la presencia (2).
Veamos si puedo reformular: juzgamos la realidad y su importancia, su valor, consideramos qué tan real es algo comparándolo con la experiencia de su presencia en un ahora compartido, en un estar ante.

Esto que nos ocurre, por ejemplo, cuando nuestros seres queridos están lejos: sus fotos y mensajes, incluso sus llamadas de video no tienen para nosotros la contundencia de su presencia. Al Sócrates del Fedro de Platón le pasa esto cuando compara la lectura de libros con la conversación filosófica (3). Los libros pierden en comparación con las conversaciones, los libros no se adaptan a sus lectores y responden lo mismo a preguntas diferentes, dice. Por eso, si vamos a poner lo más importante en un discurso, mejor que sea en uno oral y presencial y no en un texto escrito. Derrida hizo una famosa lectura de esa idea en la que demostraba que demeritar la escritura muestra lo mucho que el sistema que produce ese demérito depende de ella. Si la presencia nos parece tan importante es porque vivimos con un montón de dispositivos y sistemas que nos permiten ser y hacer sin estar presentes o contando con lo que no lo está y construimos con ellos el mundo que habitamos. Valorar la presencia es simultaneo a despreciar la ausencia, la distancia, la diferencia, la espera y nuestras formas de vivir en y con ellas, que de todas formas, nos hacen ser lo que somos. Pero la presencia pura con la que todas estas instancias se comparan, propiamente, no existe.
Estas consideraciones son ya parte de la respuesta a JCB, que tendré que completar de a pocos de ahora en adelante.

II.

Acabo de revisar mi archivo: primer semestre de 2004, desde entonces ronda la frase que tal vez solamente JCB recordaba hasta hoy. Aunque yo había dictado cursos sobre temas afines esa no era “mi materia”, sin embargo, en ese semestre la Facultad requería un profesor para una de sus clases más difíciles y me dieron esa oportunidad y ese honor por una vez. Para entonces había comenzado a desconfiar de Heidegger, había vuelto a Nietzsche con cuidado y creía tener consciencia de la dificultad de enfrentarse a sus lectores. Ya había escrito Tres lectores colombianos de Nietzsche y llevaba tiempo familiarizándome con Derrida, Deleuze y Foucault. Entonces ya había incorporado en mi manera de pensar las consideraciones de Ferrán Lobo, de Carlo Sini y Eric Havelock. Escribo estos nombres porque son parte de mi biografía como mis cursos y mis lecturas. Los ejercicios de imaginación y de encarnación que tienen lugar en cada lectura y se repiten en cada clase en la que actuamos la filosofía hasta convertirnos en filósofos. La mimesis imposible que llevamos al extremo hasta que algo ocurre.

III.

Mi respuesta a JCB fue apretada y no menos críptica que la frase misma. Ahora que vuelvo sobre ella y trato de recuperarla, descubro los ecos de preguntas y modos de pensar que están conmigo. Se trata de un recorrido por temas y conceptos que me dan qué pensar desde entonces.


La primera referencia que pone sobre la mesa la cuestión del nosotros es lo que Foucault llama ontología crítica del presente que se plantea en términos genealógicos y arqueológicos con la fórmula ¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos? (4) La ontología crítica del presente se entiende como un desarrollo de la actitud moderna o ilustrada que culmina en una forma experimental de relacionarnos con nosotros mismos, de trabajar sobre nosotros mismos. El nosotros es posible cuando se comparte una condición común. En este caso, se trata de reconocerse en una relación determinada con el tiempo presente, compartir el modo de ser/estar hoy, ahora, en este tiempo y llamarlo nuestro.


Sin embargo, designarnos es una cosa pero poseernos es otra, del nosotros a lo nuestro hay un trecho en el que aparece la duda de si poseemos el tiempo presente y con quiénes lo compartimos. Si la actitud o el talante modernos se distinguen por su relación crítica con el presente concreto, con los procesos de la cultura europea de los últimos tres siglos. Aquí aparecen muchos problemas políticos y teóricos sobre los que hay que volver.

Me pregunto si todos los países y sus pensadores tienen tantos problemas con la modernidad como Colombia y los colombianos. Es asombroso que en Colombia aparezcan tantas preguntas por nuestro derecho o nuestra posibilidad de acceder a ese presente, de ser o llamarnos modernos (5). Junto al Grupo de Estudio sobre Filosofía Colombiana descubrí que la existencia de la nación colombiana y la duda sobre su posición o talante o actitud moderna es un problema recurrente, esa condición se convierte además en una distancia frente a la filosofía en la filosofía, una dificultad intrínseca de considerarla nuestra. Muchos estudiosos colombianos, de todas las disciplinas, insisten en que el amanecer de la modernidad nunca se dará o no del todo, o no ahora, no para nosotros. Hay muchas versiones. La modernidad, nuestro presente está siempre en discusión. El presente común a la versión europea de la humanidad no llega a nuestro país que se congrega en la postergación recurrente del presente que compartimos pero que no compartimos con otro. Volveremos sobre esto.

La segunda referencia es la deconstrucción de la metafísica de la presencia. Creo que ya me referí a esto al hablar de las mediaciones tecnológicas en pedagogía durante la pandemia.

IV.

La tercera referencia aparece cuando comprendemos que la experiencia del nosotros no puede considerarse natural, tiene que ver con las técnicas, los trabajos, y los artefactos hacen posible que seamos. Descubrimos una colectividad y una compleja red de relaciones que nos hace posibles y nos hace capaces de pensar.
Me encontré con estas ideas en las obras de Judith Butler sobre la acción moral y el sujeto como fundamento de la misma(6). Estas ideas tal vez no son explícitamente la noción de un nosotros pero que resuenan con ella. Cuando Butler busca el sujeto a la base de las opciones morales no encuentra el sujeto unitario, autónomo y autosuficiente que funda las principales explicaciones modernas del conocimiento, de la ética y de la política. Lo que antecede es siempre relacional, una múltiple interpelación, un ser acogido, un estar conectado con muchos, una red anónima extiende sus lazos más allá de lo que podemos saber.


Estamos en otro mundo muy distinto, en una condición pensante muy diferente de aquella con la que solíamos iniciar nuestras reflexiones cuando sobre las preguntas fundamentales basados en La época de la imagen del mundo. No partimos de las representaciones de un sujeto primordial, ni nuestra situación depende de contratos fundadores de la comunidad política, convenios de sujetos libres.


Se que solamente he mostrado los motivos que me llevaron a la frase sobre la palabras nosotros como tarea, esta revisión me ha sugerido dejar por un rato la metafísica entre paréntesis y a reconocer que este tema está conectado con las preguntas que más me interesan y sobre las que volveré. Gracias por leer y gracias a Juan Camilo por recordar.

NOTAS

(1) Las expresiones en cursiva son muy usuales en Derrida, en las versiones inglesas y españolas de sus obras. El término artefactualidad proviene de las Ecografías de la televisión, entrevistas filmadas, con Bernard Stiegler, Eudeba, 1998
Jacques Derrida – «Echographies de la télévision, entretiens filmés av. B. Stiegler», Ed : Galilée-INA, 1996,
(2) Metafísica de la presencia es una expresión de Derrida en:
Jacques Derrida, De la gramatología, Traductores Oscar del Barco y Conrado Ceretti, Siglo XXI, 1978
Jacques Derrida – «De la grammatologie», Ed : Minuit, 1967, p237 L’Introduction à L’Origine de la géométrie (1962) et La Voix et le phénomène (1967)
(3) Del Fedro de Platón recomiendo las traducciones de
M.I. Santa Cruz – M.I. Crespo, Platón, Fedro, Losada, Buenos Aires 2007.
Luis Gil Fernández, Alianza Editorial, 1998 (varias reimpresiones)
Para mi es muy importante el ensayo ya clásico de Derrida La farmacia de Platón, que hace parte de:
Jacques Derrida – «La Dissémination», Ed : Seuil, 1972.
Hay una versión en español,
traducción de José Martín Arancibia, Editorial Fundamentos, Madrid, 1975
(4) Estas cuestiones aparecen en dos textos que eran muy importantes para mi y para mis compañeros desde entonces.
Michel Foucault, ¿Qué es la Ilustración? Traducción de Jorge Dávila, en revista Actual, No. 28, 1994
‘Qu’est ce que les Lumières?’ = ‘L’art du dire vrai’ Conferencia 5 de enero de 1983
= ‘Un cours inédit en: Magazine Littéraire, May 1984, no. 207, pp. 34-39.
Michel Foucault, Nietzsche, la Genealogía, la Historia. Traducción: José Vázquez Pérez Editorial Pre-Textos, 2008
‘Nietzsche, la généalogie, l’histoire’ en: Bachelard, S. et al., Hommage à Jean Hyppolite (Paris: PUF, 1971), pp. 145-172.
(5) El trabajo De Santiago Castro-Gómez nos ha hecho ver las cosas respecto a América Latina de una forma muy distinta a la que dominaba en nuestra formación, hoy en día su punto de vista inspira y dialoga con muchos enfoques interesantes. Una entrada posible es:
Santiago Castro-Gómez, La poscolonialidad explicada a los niños, Editorial Universidad del Cauca, 2005
(6) Judith Butler PUEDE UNO LLEVAR UNA VIDA BUENA EN UNA VIDA MALA, Discurso de recepción Premio Adorno, 11 de septiembre de 2012, Frankfurt https://ficciondelarazon.org/2014/11/25/judith-butler-puede-uno-llevar-una-vida-buena-en-una-vida-mala/
Judith Butler Dar cuenta de sí mismo, Violencia, ética y responsabilidad, Amorrortu, Buenos Aires, 2009 traducción de Horacio Pons
Judith Butler, Giving an Account of Oneself, Fordham Univ Press, 2009
Judith Butler, Los Sentidos del Sujeto, Herder Editorial, 2016 traducción Paula Kuffer.
Judith Butler, Senses of the Subject, Fordham Univ Press, 2015

2 comentarios sobre “La palabra nosotros como problema (metafísico)

  1. ¡Querido Juan Fernando! Muchas gracias por esta respuesta, me ayudará a volver sobre ella cada vez que vuelva a visitarme esta pregunta por el nosotros. Sobre el tema, dos amigos me recordaron una anécdota con la que explicabas una idea de Hegel… supongamos que saliendo de una clase alguien dice «vamos por una cerveza». Cuando alguien al escucharlo pregunta «¿puedo ir?», esto indica que está sabiéndose fuera del «nosotros». Para Hegel (según entiendo), esa es la situación semejante de quien no ha recorrido completo el camino del espíritu… siempre preguntándose si ya hace parte del anhelado fin de la historia.

    ¿Quiénes se entienden a sí mismos como parte de ese nosotros? ¿Qué condiciones supone este doble acto de inclusión y exclusión? ¿Basta con apropiárselo y hacerlo suyo? ¿Cómo? ¿Se puede dar con algo así como las relaciones de oposición, subordinación y yuxtaposición entre distintos nosotros? Este modo de preguntar tiñe la historia del pensamiento filosófico en Colombia, como lo muestras con acierto: «Muchos estudiosos colombianos, de todas las disciplinas, insisten en que el amanecer de la modernidad nunca se dará o no del todo, o no ahora, no para nosotros».

    Se trata de una historia que tendemos a contar como una constante «postergación del presente»… que es como querer sentirse al día, en «la hora actual», estar «en la jugada». Esta historia del «aún no», deste la problematización del nosotros, revela en todo su patetismo la incómoda pregunta implícita de nuestra historia: ¿ya estamos invitados? Lo curioso es que en Colombia el nosotros más cercano, el de aquel «estamos», es el que casi no miramos.

    1. Al leer la anécdota sobre Hegel pensé en que mientras el drama habitual del reconocimiento se plantea entre nosotros y el/los otros en nuestro caso se expresa entre nosotros y nosotros , en la permanente duda de si somos y pertenecemos.

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