Dos metáforas (y un recuerdo)

Para Franco Alirio

Hoy escribo sobre dos frases que no entiendo del todo pero que tengo que entender. Están pendientes y durante años he pospuesto la tarea de seguirles la pista o intentar descifrarlas. Se han ido quedando ahí, en un mismo cajón de mi memoria, como si restara con ellas todavía un encuentro en el que algo puede ocurrir. No son epifanías sino su opuesto: palabras en las que algo se ha ocultado sin que yo sepa qué ni cómo sacarlo a la luz. Están en el fondo de los dos intereses sobre los que he escrito en estos días: la escritura biográfica y el diálogo político.

No veo un orden en ellas ni tengo claro si mi memoria es fiel, tengo miedo de volver a donde creo que se encuentran y no encontrar más que las cenizas de una ilusión que ha ido adornándose con el disfraz de la intriga. Se trata de brevísimos pasajes de un libro que he leído muchas veces ¿cómo, entonces, puedo dudar de lo que dicen y de lo que significan? Ahí está el asunto, uno vuelve a leer un libro siempre por razones nuevas. Tal vez encuentre lo que estaba buscando o entienda que en esas páginas hay algo que aún no logra comprender.

Rodeos

Los académicos aprendemos tanto a delimitar problemas, a definir exactamente cual es la extensión de la minucia con la que nos proponemos ser minuciosos que nos hacemos expertos en sacarle el cuerpo a los problemas con los que no podemos tratar “en el presente trabajo”. A veces es estrategia de exposición, una argucia retórica, otras honestamente es la necesidad de eludir un problema que podría absorber nuestra mente para siempre, como un agujero negro. El rodeo es una relación con la idea que nos liga a ella de una manera muy fuerte, tan fuerte como puede serlo la comprensión o la expresión. No tiene la intensidad concentrada del “¡Eureka!”, pero mantiene una tensión firme que se hace casi imperceptible, que aprendemos a ignorar pero que no podemos negar nunca. La idea se agazapa a veces, a veces somos nosotros los que le hacemos desplantes, le incumplimos deliberadamente la cita y la dejamos para después, en todo ese tiempo no hemos dejado de pensarla, de anhelarla ni de preguntamos por el sabor que tiene más allá de la cáscara. 

Dos metáforas de Platón

Platón. Me gusta contar que con él descubrí el amor por la filosofía, tan intenso era este que fácilmente llegaba al delirio. Eso se debe a que con los Diálogos y con Franco Alirio Vergara, mi maestro, aprendí realmente a leer, es decir a vivir en los textos y a hacerlos vivir en mí para entenderlos. Franco y los Diálogos cambiaron mi mundo para siempre y lo hicieron con el Fedro y el Banquete. Amor, amor por todas partes. Pero, como si el propio Platón me lo hubiese aconsejado, traté de moderar mi pasión y me obligué a mi mismo a leer ese cuerpo extraño que es la obra de Aristóteles. Me lo impuse como una penitencia, pero igual me enamoré del discípulo casi con tanta pasión como me ocurrió con el maestro. Con esos amores era clara una cosa: el amor por la filosofía aparecería en todos los textos, en todas las voces de ahí en adelante. Cuando lo entendí pude volver a ese cuerpo apasionante de los Diálogos con serenidad suficiente para poner atención y en eso estoy ya hace muchos años. 

Tejido teñido

En la República ocurren muchas cosas, es un libro escrito con tanto cuidado que da la impresión de que Sócrates está hablando con plena naturalidad y eso mismo hace que uno vaya de razonamiento en razonamiento sin tener siempre una clara noción de dónde se encuentra. Es una trampa magistral pero está diseñada también para ser resuelta y tiene muchas soluciones posibles. Un día tendré que escribir sobre cómo me parece mejor leerla, cuales han sido mis hilos de Ariadna al recorrerla. También cuales han sido los atolladeros que no he podido vencer. Hoy quiero señalar un par de frases que sirven para imaginar a los seres humanos y los rasgos que los hacen vivir cómo viven y contar sus vidas como las cuentan. Creo que esa es una de las razones por las que estas frases siguen llamándome la atención.

La primera frase está al inicio de uno de los incidentes más controvertidos de la filosofía. Sí, hay que decirlo como si fuera un escándalo, la expulsión de los poetas de la polis. Suena atroz y precisamente por eso hay que leerlo con atención. Es un incidente con antecedentes que lo explican, le dan un sentido. Obviamente hay quienes dicen que no hay tal expulsión o que no la debemos entender como algo tan fuerte, otros dicen que es evidente que hay una expulsión y que esa es precisamente la clave de todo lo que pasa no sólo en la República sino en la Filosofía misma. Problemas enormes de la filosofía y la cultura se atraviesan por estos textos y nos dan razones para releerlos. Cuando nos concentramos en cada paso y vemos los detalles entendemos que nada es tan simple y que Platón hizo un trabajo primoroso al fabricar cada una de las expresiones sobre las que enfrentó estos problemas. No me voy a fijar en la batalla, sólo voy a concentrarme en dos armas usadas en medio del tumulto.

Tenemos que poner muchísimo cuidado con los cuentos que los niños escuchan desde la cuna, todo padre lo diría hoy pero cuando el Sócrates de la República lo dice está pidiendo que revisemos lo que han hecho por generaciones los padres y maestros de los griegos desde Homero, también las abuelas y las nanas. Está pidiendo que los griegos sospechen de lo que los hace ser griegos, lo que todos tienen en común a pesar de sus diferencias. La razón no es obvia para sus compañeros ni para sus compatriotas ¿por qué dudar de estas historias que han cumplido con tanto éxito la tarea de educar generaciones? Porque esas historias nos afectan psicológicamente y esos afectos se convierten en rasgos de comportamiento y disposiciones morales. Los poetas moldean nuestras almas con sus cantos, imitamos a los heroes cuyas palabras memorizamos, aprendemos a ser lo que imitamos y no está claro que eso produzca buenos ciudadanos, personas que puedan construir una sociedad libre orientada a la justicia. Esto que parece razonable dicho así no tiene nada de evidente ni de claro para los conciudadanos de Sócrates. Hay que explicar las cosas paso a paso y Platón se dio a la tarea. La poesía afecta el alma, los temores y dolores de los héroes que cantan los poetas imitándolos se encarnan en quien escucha. Se convierten en su disposición a actuar respecto a sus propios dolores y temores. Porque el que escucha también imita y lo hace tanto y de manera tan íntima que se convierte en una versión mezclada de sus héroes y sus dioses, con sus iras, con sus carcajadas y sus miedos. El pueblo que inventó el teatro, la tragedia y la comedia ha criado generaciones trágicas de hombres y mujeres que lloran y ríen como sus héroes y heroínas. Ha imaginado lo que es bueno y justo a partir del ejemplo de sus dioses, se ha respondido la pregunta sobre lo que debemos hacer y cómo debemos vivir volviendo a relatar sus historias.

La República toma distancia de ese proceso, revisa esas costumbres y construye las nociones y conceptos que se necesitan para hacerlo. Aclaremos qué es lo justo y cómo afecta la vida de las personas, cómo aparece en su carácter, dicen Sócrates y sus amigos. Explican la vida hablando del alma y la justicia tratando de entender lo que la hace excelente. Estas dos son dificultades mayores, casi imposibles, así que hablan de la ciudad para hablar del alma y de la formación en la excelencia considerando la formación de los guardianes. Ahí, para decir que la formación moral tiene que ver con lo que pensamos y que en algún momento comenzamos a pensarlo Platón puso en boca de Sócrates la frase que hoy quiero subrayar. La adquisición de una disposición moral se ilustra en las palabras de Sócrates en las que nuestro pensamiento, nuestras opiniones o creencias se tiñen de una manera indeleble. La poesía y los mitos actúan como poderosos tintes del alma.

Las impresiones que a esa edad reciben suelen ser las más difíciles de borrar y las que menos pueden ser cambiadas.(378.d-e) (Trad. C. Eggers) 

Voy a copiarlo en griego también: 

 ἀλλ᾽ ἃ ἂν τηλικοῦτος ὢν λάβῃ ἐν ταῖς δόξαις δυσέκνιπτά τε καὶ ἀμετάστατα φιλεῖ γίγνεσθαι

Y en la versión de Grube:

 the opinions they absorb at that age are hard to erase and apt to become unalterable.

Ese comentario que sirve a Sócrates de argumento para tener mucho cuidado en escoger, dice justo en seguida: los primeros relatos que los niños oyen, de modo que escuchen los mitos más bellos que se hayan compuesto en vista a la excelencia. A qué llamamos excelencia y cómo cree Platón que es posible educar ciudadanos para que sean justos en una comunidad bienaventurada es un tema largo que podemos tocar en otra ocasión.

Por ahora miremos las palabras y reflexionemos sobre cómo entendemos lo que pasa cuando llegamos a tener una opinión o un modo de pensar ante la vida. Lo que a esa temprana edad se toma en el pensamiento se vuelve difícil de lavar e inalterable. Sería una versión literal de la frase. La llegada del tinte al pensamiento parece tener la forma de una mancha. Cuando nos cuentan las peleas entre los dioses, las heridas que se causan, recibimos el relato con plena contundencia, nos resulta imposible filtrar o interpretar, no tenemos elementos ni habilidad para considerar si se trata de una alegoría (ὑπόνοια). Nuestro pensamiento es totalmente susceptible y se va a teñir con lo recibido. El papel del poeta, del maestro, de los cuidadores del niño es vital pues reside en ellos la decisión sobre aquello que con rondas, juegos, canciones e historias tiñe el alma del niño desde entonces y para el resto de su vida. Con la imagen de un tinte que es muy difícil de lavar (δυσέκνιπτος), una coloración que difícilmente puede ser cambiada (ἀμετάστατος) Platón nos habla de la gravedad de un acto que por generaciones se ha realizado de manera espontánea e irresponsable. Si comparamos lo que los mitos hacen en el alma con lo que un tinte hace en una tela, debemos se capaces de entender la importancia de vigilar el contenido de las primeras historias que escuchan los niños.

Platón volverá a la metáfora de una tela teñida cuando revise su proyecto educativo en el libro IV, si los guardianes son realmente valientes serán capaces de conservar las creencias sobre lo que es digno de ser temido a pesar de todo, el modo en que estas creencias se encuentren en su alma es el modo en que un tinte indeleble está en una tela. Entre 429.d y 430.b nos cuenta cómo los tintoreros tiñen las telas en las que aplicarán los tintes indelebles: se aseguran de buscar la lana más pura, la que es naturalmente blanca, la preparan para que absorba el color de la mejor manera y sólo entonces aplican la púrpura. Cuando una tela ha sido tratada de esta manera nada le quitará el color, no importa cuántas veces la laven. Con esta imagen, Sócrates explica la efectividad de la educación de los guardianes diciendo que esta ha logrado impregnar su alma de una forma tan firme que aunque los guardianes enfrenten los más duros detergentes, un lavado con los más intensos placeres y dolores, nada logrará remover sus creencias sobre lo que vale la pena temer. ¿Cómo es el alma un textil, una tela un tejido? ¿un texto?

Monedas, partes pequeñas

Para ordenar las cosas podríamos decir que el tinte en el alma es una metáfora para hablar de la contundencia de los mitos, de la fuerza de sus imágenes y la capacidad de afección que poseen casi por sí mismos. Cuando Sócrates concluye con el análisis del contenido de los mitos pasa a examinar la forma en que los poetas los presentan y explica en detalle una idea crucial para la comprensión del arte y la poesía desde entonces: la imitación, mimesis. En principio se trata del procedimiento por el cual un poeta encarna sus personajes modificando su voz, sus gestos, su apariencia, convirtiéndose en otro por la semejanza, al menos en nuestra mente. Hablaremos de esto en detalle en otra ocasión.

En el libro III, las dos formas más claras de la mimesis son la tragedia y la comedia. Los interlocutores de Sócrates no pueden evitar plantearle la pregunta sobre la composición de tragedias y comedias ¿pueden ser compuestas por las mismas personas?  Por lo menos esta vez Sócrates cree que no. El final del Banquete dice otra cosa (223.d)

Pero lo más bello, y difícil de traducir es la imagen con la que trata de explicar cómo se distinguen los seres humanos por las actividades  para las que tienen dotes naturales, esos que les permiten dar de sí lo mejor cuando le dedican toda su atención y su cuidado. Los que son buenos para hacer tragedias no lo son para las comedias y viceversa pero:

 […] incluso más que esto, Adimanto, me parece que la naturaleza humana está desmenuzada en partes más pequeñas aún, de manera que es incapaz de imitar bien muchas cosas, o de hacer las cosas mismas a las cuales las imitaciones se asemejan. (395.b)

καὶ ἔτι γε τούτων, ὦ Ἀδείμαντε, φαίνεταί μοι εἰς σμικρότερα κατακεκερματίσθαι ἡ τοῦ ἀνθρώπου φύσις, ὥστε ἀδύνατος εἶναι πολλὰ καλῶς μιμεῖσθαι ἢ αὐτὰ ἐκεῖνα πράττειν ὧν δὴ καὶ τὰ μιμήματά ἐστιν ἀφομοιώματα.

 Eggers dice desmenuzada en partes más pequeñas para traducir una palabra que significa cortar en pedazos pero también acuñar. eso que le ocurre al metal cuando es sellado y roto para hacer una moneda (κατακεκερματίσθαι). En inglés hay dos verbos para eso coin y mint. De manera que en la versión inglesa leemos: And human nature, Adeimantus, seems to me to be minted in even smaller coins than these, so that it can neither imitate many things well nor do the actions themselves, of which those imitations are likenesses

La distinción entre lo cómico y lo trágico no es una división exclusivamente literaria en la Grecia Clásica. Se trata de una distinción moral y social. Lo trágico corresponde a lo serio tanto como a lo noble. Lo cómico es lo vulgar y lo popular. La capacidad de componer con los recursos de cada uno y ofrecer a la audiencia lo que espera en cada caso parecía dividirse de modo general en esas dos posibilidades. Pero Platón, que más adelante entrará en la cuestión de la música y cómo afecta emocional y moralmente a quienes la escuchan según diversos tipos de melodías, parece capaz de concebir una diversidad creativa. Ciertamente hay diversidad de afectos y diversidad de caracteres, por lo menos en su intuición básica pero ¿cómo concebir la diversidad de la disposición o capacidad creativa? Esto implicaría que para Platón no hay en principio poetas en general sino poetas de. géneros y que estos tienen una capacidad creativa determinada por distintos rasgos que constituyen modos de expresión de la naturaleza humana. (τοῦ ἀνθρώπου φύσις). Me llama la atención la diversidad en la clasificación que permite la comparación con las monedas pues pueden combinarse varios factores de maneras distintas dando lugar a múltiples clases a partir de un conjunto relativamente pequeño de factores. Una misma naturaleza humana pensada según una gran diversidad.

Coda

Cuando tratamos de pensar la vida como experiencia individual y a partir de ella la vida como asunto de la escritura, como vida que se hace asunto de la biografía encontramos muchos modos de ordenar y clasificar la información, el material. La escritura biográfica a veces parece tener muchos instrumentos y técnicas para resolver el modo en que se pueden contar las vidas de las personas, los lectores de biografías nos enfrentamos a hipótesis de los escritores sobre las vidas de los sujetos y lo que les dio sentido, o unidad. En la biografía un sujeto se hace objeto y en ese proceso algo esencial se pierde. La escritura de la vida encara la diversidad y la contingencia que afecta todas las vidas siempre de manera peculiar. A veces las vidas se reconocen como marcadas, teñidas con tintes fundamentales, que provienen tanto de claridades morales como de dogmas religiosos o de traumas y gracias a ellos la vida toma alguna estructura, una forma que la escritura intenta alcanzar. Las dos metáforas que hoy recordé en Platón me llevan a una constatación fundamental del biógrafo: que sólo la obra o el poema tienen unidad y coherencia y que la existencia es lucha y multiplicidad en la que un ser se enfrenta con las dificultades de moldear un materia inabarcable .

Bilbliografía:

Platón, República, Dialogos IV, Traducción de Conrado Eggers Lan, Madrid, 1988

Plato, Republic, translated by G.M.A. Grube, revised by C.D.C Reeve en: Complete Works, Edited with Introductions and Notes by John M. Cooper, Hackett, Indianapolis/Cambridge, 1997

Plato. Platonis Opera, ed. John Burnet. Oxford University Press. 1903. en http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.01.0167%3Abook%3D1%3Apage%3D327

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