I.
No es una metáfora, he soñado varias veces en las últimas semanas no sólo con las preguntas y los problemas sobre los que quiero escribir sino con el acto mismo de escribir sobre ellos. Sueño que tomo la pluma (todavía) y que dejo huellas sobre el papel, aunque nunca vea claramente lo que escribo, la sensación de haberlo hecho queda. También sueño con que envío una versión electrónica a un amigo que me devuelve un comentario, tomo nota y publico, como aquí. Sueño con el problema, con la escritura análoga y digital, con la interlocución y con la publicación on-line. El otro día desperté y durante algunos minutos estoy seguro de haber sentido un sentimiento de satisfacción, algo parecido al orgullo de haber por fin sido capaz de decir eso. Pero no duró, me di cuenta muy rápido de que había sido un sueño. Una amiga a la que le conté la experiencia sentenció que un psicoanalista haría maravillas con esta historia, bien puedan. Sin sicoanálisis igual me quedé pensando en el sueño y en los sentimientos que lo acompañaron.
Para los académicos -¿lo soy, lo fui? O como diría El Flecha: “lo soy, pero ahora no lo soy”- Para los académicos, digo, la escritura alcanza unos niveles de fantasía y de delirio que me queda muy difícil explicar. La escritura parece un medio, cuando se cuenta y se registra, cuando se ofrece o se compromete, cuando se manda el abstract o se participa en la convocatoria, cuando se llena el plan de trabajo, cuando se hace una propuesta. En todos esos rituales hay una escritura que compromete una escritura futura que nunca llegará aunque llegue, aunque se publique y se cuente y se registre. Escribir es un objeto de deseo y su posesión/elaboración es para muchos de nosotros un drama. Un drama que se extiende a todas las esferas de la vida y en todas deja su huella, somos nuestro intento siempre fallido de escribir. A la vez, la escritura se imagina como realización, plenitud, felicidad. Por fin poder escribir, es un sueño. Por fin poder escribir sin prometer que voy a escribir. Escribir como apuesta y como sorpresa, como ejercicio y como indagación: nunca más como proyecto.
Este problema se conecta con muchos otros de la vida académica, que no son laborales ni académicos, ni económicos ni sociales ni políticos. La academia como tantas formas de vida o tipos de empleo en el capitalismo tiene muchas promesas maravillosas, vive de la inspiración pero puede herir mucho el alma de quienes se entregan a ella. Para sobrevivir en la academia hay que tener una enorme tolerancia al fracaso, nos dicen. En mi opinión la vida en la academia es una permanente experiencia de fracaso y de insuficiencia, de falta, una competencia que no puede ganarse. Si uno puede convivir con esa dolorosa conciencia está hecho para ese trabajo. Confieso que fui capaz de hacerlo e incluso de disfrutarlo, que no lo he abandonado del todo, que he ayudado a otros a hacerlo y a sobrevivirlo. No pude haber tenido otro oficio, pero eso no hace que duela menos y que no haya convivido tres décadas con el Lado Oscuro de mí mismo y de esa actividad. Es como acostumbrarse a ver un demonio agazapado en la esquina de la habitación, siempre, el terror nunca se va, pero aprendes a trabajar en su presencia.
Hay un gozo sin embargo, no se si compensa lo otro, seguramente no. Hay un gozo en teclear esto y en firmarlo, en dejarlo a disposición de otros y apostar a que tal vez alguien lea, comente, insulte o alabe o aproveche o llegue al fabuloso y hipster “meh”. Hay un gozo aquí, el gozo del que apuesta que se parece al gozo del que se rinde. No pienso en el derrotado sino en el que se rinde ante una evidencia, el que admite o acepta. El que comprende, por fin, por ejemplo, que ama y que nada puede cambiar ese hecho. El gozo de rendirse y dejar que por fin fluya lo que estaba esperando hacerse pasajero, no producto. Lo que ignorábamos porque no podríamos preverlo ni profetizarlo ni adivinarlo: eso que sólo conocemos cuando nos asalta por sorpresa. Sorpresa que emana del flujo de pensamiento que nos atraviesa, que sale de nosotros para entregarse, también para rendirse.
Esas condiciones de la escritura tienen tanto de social y de material como de espiritual y de médico. Escribo sobre mi estado de salud, sobre cómo percibo mi propio conatus. Como cuando ante una sospecha uno busca el aparato que le dice el porcentaje de saturación, así. Siento mi cuerpo antes de subir un par de montañas.
De eso quería hablar y resulta que como quiero escribir sobre lo que quiero escribir he tenido que escribir sobre lo que es escribir para mi y ha salido esto. No es trabalenguas, es como mirar si tengo saldo en la tarjeta antes de subirme al bus. El saldo de mi tarjeta de escritor está en una especie rara de sobregiro.Un estado permanente de deuda con el que toca vivir. Así que la escritura, esta que creo ingenuamente que es gozo y libertad, es un sin embargo o un a pesar de [todo]. Escribo como el que viaja ahora y paga después, el demonio en la esquina del cuarto sonríe y se frota las manos.
Quiero escribir sobre dos preguntas que parecen distintas y quiero hacerlo en formas distintas, son entonces dos sueños y quiero enunciarlos. Para ver si esa enunciación se vuelve anunciación, si puedo imaginar los rumbos que tomarían sin que los capture la perniciosa idea del proyecto de modo tal que persista la seductora idea de la pregunta.
II.
La primera pregunta es por la vida como asunto de la biografía pero no de cualquier tipo de vida ni de cualquier tipo de biografías. Quiero hacerme una idea de las vidas de las personas que piensan y cómo aparecen en sus vidas los pensamientos, quiero saber qué les hacen las vidas a las ideas y las ideas a las vidas. Pero también quiero saber cómo es que esa mutua afección de la vida a la idea y de la idea a la vida se vuelve escritura. Ha habido muchos tipos de biografías y muchos tipos de biógrafos que se han ocupado de pensadores y pensadoras, filósofos, filósofas ¿hay biografías y biógrafes de filósofes? -sí, yo escribo así – acepto sugerencias sobre todo y muy en especial sobre este punto.
Como es evidente para los que suelen acompañarse de filósofos ese enunciado no basta para decir qué es lo que hay que pensar ni cómo ni porqué. Las relaciones entre filosofía y vida son muchas y para encontrar el punto en que estas relaciones se vuelven biográficas hay que hacer varias observaciones y señalar varias transformaciones en la historia de la filosofía que, afortunadamente, cada vez más decididamente incluye la historia de lo que ha sido hacer filosofía y las historias de quienes la hacen, la vida y las vidas se van volviendo tema cada vez para más gente.
La filosofía nace como una forma de vida más que como un saber o una empresa teórica de comprensión de un objeto o conjunto de objetos. Esto significa que los que primero filosofaron lo hicieron para saber cómo vivir y para intentarlo -es decir, buscaban saber para vivir y no sólo para saber. Esos primeros son muchos y produjeron muchas versiones de la pregunta por la vida y de las respuestas posibles sobre lo que es la vida y sobre cómo vivirla. Entre tanto se inventaron la filosofía y muchas de sus más grandes ideas.
Vida (Zoe-Bios) es una de ellas, con ella se conectan conceptos maravillosos como los de Naturaleza (physis) y Alma (psyche). Cuando la vida se estudia en estos sentidos la cuestión está en saber en qué consiste estar vivo, que caracteriza a los vivientes, hay vivientes mortales e inmortales ¿por qué? Cuando los primeros filósofos pensaron en esos temas empezaron a crear el léxico y las preguntas de lo que después va a ser la Física, la Biología, la Zoología y la Psicología. Temas maravillosos pero que no están en el centro de lo que quiero escribir.
Vida tiene también un sentido ético, como manera de vivir o modo de vida, los filósofos antiguos que hablan de ese asunto suelen usar la palabra Bios. Ahí aparecen las cuestiones éticas, las políticas y, eventualmente, las existenciales. ¿Qué caminos puedo tomar en la vida y qué tipo de persona puedo o quiero o debo ser? A qué me quiero dedicar ¿honor, dinero, placeres, estudio? Tal vez es mejor ponerlo en otros términos ¿qué quiero hacer de mi mismo? En tensión con ¿qué se espera que haga conmigo mismo? De allí pueden surgir preguntas no solo para el individuo preocupado por su propia vida individual. También pueden surgir preguntas para los que ordenan la vida de otros: los legisladores, los educadores y los médicos. La cuestión se va volviendo la de la vida que merece ser vivida y cómo vivirla. Las respuestas pueden extenderse desde la legislación hasta una parte apasionante de la medicina que tiene que ver con lo que llamaríamos el régimen de vida, la dieta. Los que estudian esto han encontrado nociones apasionantes como el cuidado de sí, el gobierno de sí y de los otros, etc. Mi amado Platón fue el gran maestro de este asunto y enfrentando estas preguntas se planteó de la manera más honda todas las demás de la filosofía. Se inventó la filosofía (en la versión que más me gusta). No hay manera responder la pregunta biográfica sin tener en mente esta cuestión, pero tendré que volver sobre esto en otra ocasión.
Finalmente Vida tiene el sentido que me interesa cuando el término Bios se usa para nombrar los relatos o reportes de las vidas de personajes dignos de memoria. Así, por ejemplo, aparece en las Vidas y opiniones de los filósofos ilustres de Diogenes Laercio (s. III Era D. C.) o en las Vidas Paralelas de Plutarco (s. I-II. D. C.) Estas vidas son vidas escritas ¿qué es y cómo llega a ser una vida escrita? Mi curiosidad incluye esos preciosos vestigios de la antigüedad y las más novedosas aventuras contemporáneas. Tengo en mente una biografía de Arendt y otra de la poetiza Sylvia Plath que cosecharon muchos éxitos el año que acaba de terminar. Eso sobre la primera pregunta, el primer sueño.
Tal vez debo detenerme aquí por hoy y dejar el segundo sueño para la semana entrante.
Continuará …
Que delicia leerte. Para mi la escritura oficial, la que se hace por trabajo, léase cargo administrativo – no necesariamente académico, me fluye y no me problematiza. La otra, la académicapersonalfilosófica se me dificulta en extremo. Admiro a los valientes que se lanzan y a pesar de los monstruos en las esquinas, se atreven a mirarla de frente. Seguiré con esa deuda personal, y mientras tanto renuevo mi promesa de lectora. Serás leído
Gracias por leer querida Lili, espero poder perseverar en este ejercicio, te mando un abrazo
En nuestro interior siempre se encuentran guardados nuestros sueños más profundos y estos siempre claman por salir y por volverse realidad. Qué bueno que estés siguiendo uno de esos sueños, en este caso escribir. Delicioso leerte!