Notas de la Clase Abierta sobre política de la memoria y duelo colectivo

Clase abierta, viernes 21 de mayo 2021

I. Saludo

No estaríamos aquí reunidos si una situación política no nos hubiese convocado, si esa situación no interpelase de diversas maneras a los estamentos universitarios, si no los hubiese conmovido y motivado a la reflexión, a la comunicación entre ellos. En breve, no estaríamos aquí sin la invitación de los estudiantes para quienes se ha hecho urgente y necesario que abramos al público los espacios en los que intercambiamos saberes. 

Se impone un agradecimiento a los estudiantes pues es de su tiempo y de su trabajo, de su fuerza y de sus afectos de lo que se trata aquí. Gracias por su generosidad, por su invitación y por señalar el rumbo y darnos la fuerza de mostrarnos en el espacio público haciendo lo que hacemos. Esta clase abierta es entonces un aporte, una ofrenda y una invitación.

Este evento, incluso en su singular (y ya normalizada) situación tecnológica, en su singular situación inmunológica, en su singular situación de comunidad nos pone ya desde su posibilidad ante la necesidad de pensar nuestras técnicas o tecnologías de comunicación y sus relaciones con lo que somos o construimos como sociedad/comunidad, la influencia que tienen sobre nuestra forma de pensar. 

Las cuestiones de la presencia y de la distancia, del encuentro y la participación colectiva son centrales para nuestro tema hoy y tal vez es afortunado que podamos, contemplarlas en esa forma de intromisión posibilitadora que han tenido para nosotros desde marzo de 2020.

II. Nuestro tema y su referencia a la presente situación

Un conjunto de imágenes ronda sobre este encuentro, se aparecen en la memoria y no solamente como recuerdos sino como recuerdos que interrogan, piden ser pensados o explicados. 

La secuencia de derribamientos de estatuas que por décadas habían definido el paisaje de varias ciudades del país como Popayán, Cali o Bogotá, las efigies de Belalcázar y Jimenez De Quezada, incluso las de Santander y Bolívar, las que rinden homenaje al ejército y a la policía han sido objeto de un gran número de acciones en estos días. Estas intervenciones han dado lugar a múltiples polémicas, discusiones e interpretaciones. 

Hoy queremos escucharlas, encontrar sentido en su ocurrencia y tratar de encontrar los lugares y las preguntas que señalan, los problemas que hacen patentes, las fuerzas, las pasiones y las emociones que ponen a la vista, que manifiestan sin que nada ni nadie pueda ignorarlas u ocultarlas.

La cuestión de la representación y del reconocimiento de los que llenan las plazas con lo que evocan las figuras que ocupan los pedestales.

Cuando las estatuas caen, cuando las estatuas son derribadas ponen en evidencia una presencia que había entrado para muchos en el olvido, para otros operaba como una descripción o celebración legítima del pasado, un recordatorio de algo que se había juzgado digno de ser recordado y honrado por generaciones. Una voluntad de ser recordado por muchas generaciones más, las estatuas aspiraban a una especie de consenso perdurable sobre lo que vale la pena recordar. 

Con ello ratificaban el ocultamiento, el silenciamiento de grandes partes de la memoria que ha sido común sólo potencialmente, hechos, prácticas, acontecimientos, crímenes, abusos que partes de la sociedad, sectores delimitados, identificados y también excluidos han perseverado en mantener, en guardar por otros mecanismos, mecanismos que no han accedido hasta ahora al reconocimiento de las otras partes de la sociedad. 

El reconocimiento que implicaría que se los admitiera en lo que se considera memorable para todos, en el consenso de lo que considera digno de la memoria común implica una modificación de esos espacios, una revisión de los méritos según los cuales la figura de un individuo puede ocupar un pedestal en medio de una plaza, una revisión del hecho de que tales pedestales existan y sean coronados por figuras individuales, ecuestres, guerreras, victoriosas, evocadoras de gestas o hazañas … gracias a las cuales ciertas disposiciones del orden social han llegado a establecerse. 

(para una ampliación del asunto en direcciones de enorme interés la clase abierta de la Dra. Amada Pérez de la Facultad de Ciencias Sociales)

Cuando discutimos sobre estatuas y memoria rozamos un debate político e histórico necesariamente ligado la resolución de nuestros propios conflictos, que se cruza con nuestras polémicas más fundamentales, con asuntos que son eminentemente políticos y que han sido debatidos, puestos a consideración de la ciudadanía en las urnas … y no alcanzan una resolución. 

En los últimos tres años la existencia y funciones del CNMH, del Archivo General de la Nación, del Museo Nacional han estado en medio de la discusión porque han sido blanco de la agenda política del gobierno  en torno a la historia y a la memoria del conflicto armado, parte del deseo por hacer trizas los acuerdos de paz y las instituciones que estos crearon: la JEP y la Comisión de la Verdad. 

La comisión de la verdad ha trabajado en una intersección de elementos estéticos que no solamente han hecho posible una construcción de memoria sino que lo han puesto en la clave de la verdad. Esta es una parte importante del cumplimiento de los acuerdos y ha estado en riesgo desde el inicio de este gobierno. 

Esta confluencia de prácticas y mecanismos de memoria pone en el espacio político y judicial un conjunto de procesos que han tenido lugar por décadas en el terreno artístico en Colombia.

Esta zona de debate y de disputa se superpone o pretende superponerse de diversas formas sobre las posibilidades de visibilidad de obras, prácticas, proyectos y acciones colectivas de diversa índole que han sostenido la aspiración de visibilidad de múltiples configuraciones estéticas de las fuerzas en conflicto en Colombia. El arte y los artistas han dado lugar, visibilidad, espacio, cuerpo, voz a quienes han sido afectados por el conflicto desde mediados del siglo XX.

Cuando preguntamos por los espacios oficiales de la memoria cuyo emblema son las estatuas y monumentos de nuestras plazas y planteamos un desacuerdo sobre su presencia y su monopolio de visibilidad aparece también el lugar y la función del arte en los espacios públicos y comunes en los que las pretensiones de expresión y de memoria se exponen y se confrontan. 

Esos espacios, obras y prácticas fueron por años y continúan siendo la posibilidad de expresión, de manifestación, de elaboración de las experiencias de violencia de muchas comunidades, también han sido ocasión de para la tristeza, el dolor, el llanto, la queja y su reconocimiento, para el testimonio, el duelo, el clamor por la pérdida, la evocación de los muertos, los desaparecidos, los que aún no regresan y los que tal vez no regresarán. 

Esto me conduce a una de las tesis importantes sobre este problema :

En Colombia el arte ha dado expresión, lugar y reconocimiento a hechos, emociones y pérdidas: ha construido memoria y ha realizado el trabajo del duelo, ha realizado una función de construcción de memoria y comunidad de forma contundente con un impacto al que otras formas de la actividad social solamente aspiran. Con ello el arte ha sido producción y resistencia.

El arte colombiano de los últimos 60 años se ha consagrado de una manera especial a la manera especial a la memoria del conflicto, con esto cumple una función social y política en la que supera lo estético y asume lo estético-político, cuestiona funciones y estamentos de la sociedad y ofrece liberación, salud al cuerpo social … opera en la construcción o reparación de heridas sociales en la misma medida en que funciona como memoria del conflicto 

En esa tarea ha tenido una notoria relevancia la relación de las artes y los artistas colombianos con las artes y la literatura griega.

III. Por qué estudiar a los griegos, una pregunta que hay que responder cada vez que se da el curso.

La polémica de las estatuas puede interpretarse como una forma radical de la pregunta que con todo derecho puede plantear un estudiante de artes plásticas o de filosofía al que se le propone un curso de estética en el que el programa ofrece el estudio de la la épica y la tragedia griegas seguidas de una consideración de los textos fundacionales de la teoría del arte occidental: la República de Platón y la Poética de Aristóteles. En efecto, planteado así, con el énfasis en arte occidental, quien propone el plan de lecturas está invitando la pregunta «¿Por qué los griegos [otra vez]?»

Cada vez que doy mi curso de estética antigua me enfrento de una nueva forma a preguntas de este tipo que parecen incluir una pregunta mayor y más profunda por la subordinación de lo que podemos llamar nuestra cultura a una tradición dominante o hegemónica con respecto a la cual nos encontraríamos en una posición subalterna, dominada, colonial o excluida. Creo que responder a esta pregunta «incluida» merece un espacio y una discusión propia y en profundidad. Una discusión que no me encuentro en capacidad de dar. Sin embargo considero que esta es posible y pertinente. 

De otra parte, la pregunta puede no tratarse de la relación de dominación entre culturas, sino que puede referirse al arte como institución cultural, desde este punto de vista hemos asistido desde hace décadas a la proliferación de movimientos en los que la hegemonía europea (blanca, del norte global) ha sido cuestionada y sin embargo en la formación en artes se acude a un carácter fundacional del arte clásico y de las teorías al respecto. Algunas versiones de esta idea están desde hace tiempo en relación  con el cuestionamiento del eurocentrismo, el racismo, o la supremacía blanca. La historia del arte por este camino puede llegar a ponerse a sí misma en problemas porque puede estar comprometida en su fundamento con la naturalización del eurocentrismo. Si hablamos de arte, pensamos a veces que tenemos que referirnos necesariamente a la historia del arte europeo y en ese contexto,  a un canon de artistas y de obras consideradas fundamentales y bien logradas.  La discusión que se plantea sobre la institución amerita la revisión de las formas, instituciones, prácticas, valores y conceptos cuya hegemonía se trata de cuestionar. 

Además y de forma muy especial para los latinoamericanos se plantea también la cuestión de la tradición  y de la herencia cultural y de las funciones que esas nociones han cumplido en el ámbito político y social a los largo de la historia de nuestras repúblicas. Las cuestiones y debates identitarios pueden llevarnos a preguntar la función política que se le ha atribuido históricamente a la idea de lo clásico y a la necesidad de su estudio. Esta pregunta la pueden compartir los estudios clásicos, la historia del arte y la filosofía. Para muchos, la historia de estas disciplinas hace parte de la consolidación del valor de la supremacía étnica y cultural de los blancos, una marca de privilegio y un arma ideológica. En todos esos casos una deconstrucción cuidadosa resultaría mucho más productiva, en mi opinión, que una cancelación inclemente.

No se trata de lograr que los estudiantes aprendan sobre los griegos como si se tratara de una verdad básica de la cultura, suponer un heleno-centrismo o una superioridad de la cultura clásica sobre otras es dogmático e inoperante, el argumento de la superioridad de lo clásico no se sostiene. Surge la pregunta por el carácter originario de la cultura clásica con respecto a una cultura universal, a una cultura superior o a una cultura de referencia. 

Sin embargo pueden funcionar un argumento arqueológico en sentido foucaultiano, argumento que podría basarse en la pregunta ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos? puesto en términos estéticos : ¿cómo hemos construido o apropiado o comprendido la noción de arte y su lugar / función en nuestra cultura? ¿qué papel juega en nuestra vida social y/o política?  El valor, espacios y funciones de lo que llamamos arte puede rastrearse hasta los griegos y, sobre todo a la historia de nuestra apropiación de sus obras, valores, contenidos 

Junto a este argumento puede resultar efectivo uno totalmente a posteriori y que se interroga por la efectividad del uso de obras, valores y contenidos griegos y/o de origen clásico para comprender nuestro presente, nuestra situación actual, la historia de nuestra violencia.

Ejemplos y bibliografía de apoyo para la clase

  1. Carlos Mario Lema, 1996 Vista de la Plaza de Bolivar
  1. Violencia Alejandro Obregón 1962 https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-111/violencia-alejandro-obregon
  1. El testigo exposición

http://patrimoniocultural.bogota.unal.edu.co/eventos/article/el-testigo-memorias-del-conflicto-armado-colombiano-en-el-lente-y-la-voz-de-jesus-abad-colorado.html 

  1. El testigo 2018 documental 

https://www.imdb.com/title/tt9149838/

  1. CNMH Documentales https://centrodememoriahistorica.gov.co/documentales/
  1. CNMH Libros 2008-2020 https://centrodememoriahistorica.gov.co/libros/ 
  1. Museo de la Memoria, portal arte y cultura

http://museodememoria.gov.co/arte-y-cultura/ 

  1. Orestea ex Machina Mapa teatro 1995

https://www.mapateatro.org/es/cartography/orestea-ex-machina

  1. Medea Material – Mapa teatro 1991

https://www.mapateatro.org/es/cartography/medea-material-0

  1.  Antígonas Tribunal de Mujeres http://museodememoria.gov.co/arte-y-cultura/antigonas-tribunal-de-mujeres/ 
  1. La Orestiada Ricardo Camacho 1999 – 2014 https://youtu.be/9SoMKwbpmkM
  1. Moira Fradinger Making Women Visible: Multiple Antigones on the Colombian Twenty-First-Century Stage The Oxford Handbook of Greek Drama in the Americas Edited by Kathryn Bosher, Fiona Macintosh, Justine McConnell, and Patrice Rankine Print Publication Date: Oct 2015Subject: Classical Studies, Classical ReceptionOnline Publication Date: Dec 2015 DOI: 10.1093/oxfordhb/9780199661305.013.033 
  2. Author: Romero Rey, SandroGénero y destino. La tragedia griega en ColombiaDirector/Tutor: Riu, Xavier 28-Jul-2014 Universitat de Barcelona http://hdl.handle.net/2445/62903 
  3.  Rojas-Sotelo, Miguel (2022). Iconoclastia, justicia indígena, historia y memoria. Actos de fabulación y soberanía. Estudios Artísticos, 8(12), 18–45. 

https://doi.org/10.14483/25009311.18012.